
Cuando sea pertinente develaré las angustiosas negociaciones que rodearon la concepción de la portada de espuma! Al encontrarme en Ginebra se complicaban las posibilidades de supervisar los asuntos de publicación en la dimensión que deseaba; sin embargo, aproveché la necesidad de proveer una foto de contraportada para ocupar un espacio minúsculo de intervención sobre el aspecto visual del libro, sin sospechar entonces cuán espinosas y enmarañadas serían las discusiones alrededor de un tema de márketing y visualidad, considerado, con ligereza, secundario. Aquel encapotado mediodía del 22 de noviembre, bajo tímidos asomos de aguanieve, las únicas preocupaciones que acaparaban mi mente transcurrían por ubicar pronto una locación adecuada para el retrato y convencer a Cecilia, mi colocataire boliviana, para, café-crême mediante, fungiese de fotógrafa. Mi imaginación había especulado en torno a varios lugares: el jet d’eau a orillas del Léman, el aristocrático barrio de Cologny (en particular el mirador del Museo Fondation Martin Bodmer), el Parc La Grange, la Catedral de Saint-Pierre, la zona comercial de Rive, la Vielle Ville y el Parc de Bastions. Mi intención inicial era privilegiar un panorama o paisaje atractivo de Ginebra conmigo en primer plano, pero relegado al costado. La principal dificultad era climática, estacional: el invierno atenúa el encanto de ciertos parques y cuando la temperatura bordea los 0 grados, el ayuntamiento ordena cerrar el salto de agua. No obstante, todavía quedaban intactos la Ciudad Vieja, núcleo medieval y dieciochesco de Ginebra, emplazado sobre una colina cuyas estrechas rúas embellecen durante los días nubosos, y Bastions, el monumental parque botánico vecino al edificio fundador de la Universidad, cuyos longevos árboles desnudos invocaban la nostalgia de tiempos jamás vividos.
Partimos entonces rumbo al barrio de Plainpalais preguntándonos cuánto nevaría. Había olvidado revisar el reporte meteorológico, era sábado, no publicaban los periódicos gratuitos del tranvía. Cuando llegamos al parque, encontramos andamios de fierro, cables, pequeños contenedores y cajas dispuestos en desorden por la Belle Promenade, un sendero de losetas de piedra perfecto para una caminata otoñal o primaveral flanqueada por la arboleda, ahora capturada por estos trastos, los preparativos para acoger la carnavalesca Fête de l’Escalade, maratón incluida. La aparición de estos perturbadores objetos en la fotografía elegida por los editores de estruendomudo fue indeseada y fortuita, aunque parezcan situadas adrede en una especie de velada instalación o travesura artie. También resultó producto de una feliz casualidad mi posición, mirando volteado casi tres cuartos hacia la cámara como observando a alguien que viene detrás. Desde los primeros intentos, debíamos lidiar con una dificultad técnica que retrasaba cada toma: la cámara digital de Cecilia carecía de zoom mecánico, los acercamientos y alejamientos eran reales, necesitaba adelantarse o retroceder además de cuadrar la altura del objetivo. Para ahorrar la batería del aparato, le sugerí que evitara revisar las fotos o convertirlas a blanco y negro (excepto algunos planos, la sesión se realizaría absolutamente en color). Mientras buscábamos otro punto de Bastions donde realizar otro juego de tomas, me adelanté por un instante mientras Cecilia ensayaba el ángulo adecuado y al percatarme que estaba rezagándose, me volví a apurarla y acabé capturado en megapíxeles. Mantuve la fotografía en el paquete que enviara horas después vía e-mail a Lima, aunque mis preferencias decantaban por otro edificio en background, el café Papon de Vielle Ville.
Diversos episodios de mi reciente vida universitaria ginebrina involucran al Parc de Bastions como escenario. La mayoría de clases en Letras transcurren en el neoclásico edificio homónimo y su satélite apodado Aile Jura y aunque al principio me refugiaba a escribir o consultar libros en la Biblioteca de Español en el Bâtiment des Philosophes, después del lamentable incendio que sufriera esta antigua escuela de química hace siete meses, la tradicional Bibliotèque Publique et Universitaire, ahora Bibliotèque de Genève, se convirtió en espacio preferido de trabajo silencioso. Durante los meses de verano, las áreas verdes adyacentes al edificio se pueblan de estudiantes en picnics espontáneos o tomando una siesta bajo el sol. Sin embargo, Bastions también puede transformarse en escenario de intervenciones plásticas, pseudoartísticas, políticas o publicitarias. Todavía recuerdo mi participación, a sueldo, en una campaña de sensibilización organizada por Helvetas, una ONG local dedicada a temas ambientales y sanitarios en el Tercer Mundo. Cecilia trabajaba como voluntaria en esa institución y necesitaban personal de apoyo para colgar unos afiches alusivos al dispendio del agua y el mejoramiento de las condiciones de higiene en África y Latinoamérica. Con ironía y dureza, el mensaje consistía en una señal de “baño ocupado” que debía colocarse en arbustos y ramas de árboles. En letras más pequeñas, solo perceptibles para quienes se acercaran atraídos por la curiosidad, podía leerse la cantidad de personas, alrededor del mundo, que en pleno siglo XXI, continuaban defecando al aire libre, privados de toilets y sistemas de alcantarillado idóneos, como disponía cualquier que gozase de los beneficios de la modernidad.
Aquella oscura tarde del 22 de noviembre, regresé a mi apartamento en Acacias aterrado de ilusión (porque desde hace tiempo, ilusionarme me causa un pánico tremendo), creyendo quizá que el libro soñado tomaba forma y una parcela de Ginebra, esa ciudad tan ajena y propia, amada y sufrida, asomaría en la carátula de espuma! Hace veinte días, Cecilia se despidió de este departamento en colocación que compartiera durante tres años y medio con estudiantes de diversas regiones del mundo, de idiomas, idiosincrasias y cocinas distintas. Nuestra convivencia de dieciocho meses me aportó incontables lecciones, algunas culinarias, otras de naturaleza práctica, pero también una amistad sincera, un ejemplo del ejercicio de la tolerancia y una espléndida foto de contraportada.